En esta villa del norte del estado de Veracruz tenemos el privilegio de dar a sus moradores la prodigiosa exuberancia del trópico: campos de tierra fértiles que lo convierten en extraordinario vergel de abundantes y exóticos frutos.
Tihuatlán parece enmudecer con los vestigios de la cultura Huaxteca, que prolonga su misteriosa presencia a través de los siglos. Lugar de mágico encanto que atesora celosamente sus costumbres y tradiciones para celebrarlos en su día con dignidad y orgullo.
Dentro de las tradiciones más importantes de esta villa de Tihuatlán Veracruz, se encuentra la del Niño Perdido, que se fundamenta en un pasaje bíblico emanado del Evangelio de San Lucas, que se refiere a Jesús cuando tenía 12 años, separado del grupo con el que había partido a Jerusalén a las fiestas de Pascua.
De regreso a Nazaret, sus padres, creyéndolo integrado en la comitiva, se dan cuenta de que no viene con ellos y regresan a buscarlo. Al tercer día lo encuentran en el templo de Salomón, en medio de los doctores de la ley, dando muestras de su sabiduría.
En base a este episodio bíblico, el 7 de diciembre de cada año, a las siete de la tarde, con una exactitud asombrosa, miles y miles de velas se encienden en las banquetas, calles, bardas, viviendas, comercios y azoteas para alumbrar el camino del Niño Dios, de acuerdo a la creencia de muchos Tihuatecos.
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